La educación, el empleo y la atención psicológica son pilares indispensables para construir segundas oportunidades. Sin embargo, sin políticas públicas sostenidas, sin compromiso estatal y sin el acompañamiento de la sociedad, cualquier intento de rehabilitación quedará incompleto.
La reinserción no se logra solo con puertas que se abren al final de una condena; comienza mucho antes, con la convicción de que toda persona, incluso tras un error, merece una nueva oportunidad para reconstruir su vida y aportar positivamente a la comunidad.
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